Just a dream *.*


Primer capítulo: Los sentimientos pueden llegar a sorprenderte.

Mi mamá, una mujer estupenda, trabajadora y maravillosa como madre, a veces era un tanto insoportable cuando se ponía de mal humor o inquieta. Son esos días que te dan ganas de tirarla por el balcón y rogar que se calle, y justamente era lo que quería hacer en ese preciso momento.  Estar en vacaciones y levantarse a las seis de la mañana para ir a ver a tu abuelo no es nada divertido, y menos, si te tenes que levantar con una madre como  la mía.
 En vacaciones se supone que haces lo que quieres, no tenes que aguantarte a tu mamá levantándote como loca diciendo que llegas tarde a la escuela, o estándote peleando con tu hermana a ver quién entra al baño primero, o verte al espejo llenas de ojeras  porque no dormiste bien.  Pero mi querida madre Claudia no era de dejarme hacer lo que quiera. La verdad es que si hay que elegir entre estar en vacaciones y la escuela definitivamente elijo la escuela, por lo menos, no tengo que estar limpiando la casa todo el día.
 
-          Hija levántate ya mismo que tenemos que visitar al abuelo – me despertaba mi madre yendo de un lado para el otro, subió las persianas dejando entrar  la poca luz que había y me destapó toda.
-          Ya voy ma, ¿Es necesario que hagas todo esto?
-          Si  hija sino no te levantas con nada.

Visitar al abuelo era algo aburrido, es muy raro y siempre esta ocupado con sus experimentos, y lo único que hacemos ahí es mirar como mis padres hablan con él y la abuela. Él es científico y hace cosas verdaderamente extrañas;  algunas  hermosas como desagradables. Cada vez que se le viene un invento loco a la cabeza lo crea, y de esto nadie lo sabe, solamente la familia aunque ya casi no lo veo y no se nada sobre él.  Mmm pensándolo bien, hace mucho que no lo veo, no me vendría mal una visita, capaz ha cambiado.  Así que desayune, me cambie, agarre mi mochila con cosas por si me aburro y con mi familia nos fuimos  para su casa.
Como mi abuelo no quiere que nadie sepa de sus experimentos  se fue a vivir en el medio de la nada así que el viaje iba a ser muuuuuy  largo y aburrido.  Con mi hermana Candela, nos peleábamos siempre para ver quien escucha la radio primero. Jugábamos a “piedra, papel o tijera”   para a ver quien le tocaba primero y siempre terminaba ganando yo, pero Candela nunca se quedaba atrás, ella siempre me peleaba y mandaba escusa diciendo que yo hacía trampa.
-          No, no ganaste Antonela.  ¡Hiciste trampa! – me peleaba mi hermana.
-          Já, ¿Tenes prueba de que es verdad?
-          Si, lo acabo de ver.
-          MENTIROSA
-          VOS SOS LA MENTIROSA- y nos miramos con una cara furiosa.
-          Chicas déjense de pelear por favor  - nos dijo nuestra madre pero nosotras seguimos.
-          ¡Vos siempre escuchas! – me acusaba mi hermana.
-          Será porque siempre gano. Es así Cande, un juego es un juego y siempre tiene que a ver un ganador.
-          ¡Mamá! – gritó
-          Antonela, no seas mala, déjala una vez escuchar la radio, siempre escuchas vos. – Me dijo mi mamá.
-          Pero mamaaaaaaaaaaaaaaaa… - me interrumpió mi papá.
-          ¡Pueden callarse! Estoy manejando y me desconcentran, ¿Quieren que nos pase algo?- No respondimos- ¿No? Bueno entonces nadie escucha la radio y se acabó.
Nos quedamos mudos y en todo el viaje no hablamos.  Habrán pasado dos o tres horas hasta que llegamos, fue muy aburrido en verdad, pero no me podía quejar, no quería que mi padre se ponga mal de nuevo.  Antes de bajar papá nos dijo:
-          Anto, por favor sé amable con el abuelo y trata de ser lo más interesada cuando te muestra alguno de sus experimentos- me dijo con voz suplicas.
-          Está bien papá.
-          Y… ¿Anto?
-          ¿Si, papá?
-          No te metas en problemas, tengo que hablar con tu abuelo  de algunas cosas de mucha importancia para mí y no quiero que nos interrumpan por alguna travesura  que hagan y esto va para las dos. Cande… vos sólo compórtate como siempre.
Seguro que lo habrá dicho por lo que pasó la última vez que fuimos para haya. Habíamos roto uno de los vidrios de la ventana mientras jugábamos a la pelota, y me acuerdo que el abuelo se había enojado mucho.
 Ya estábamos en la puerta de la casa, era una mansión. Tenía un parque por delante y por detrás de la casa, llena de plantas con figuras, perros y gatos, con fuentes de agua por todos lados y un jardín hermoso con flores.  Desde afuera la casa se veía como un castillo.
Todos estábamos muy nerviosos por la llegada, tocamos timbre y dijimos quien éramos, en eso la puerta de reja principal se abre para así podríamos entrar.
Él mini viaje en auto hasta llegar a la casa fue raro, como todo lo que es ese lugar. Mi abuelo tiene demasiados animales, gatos y perros, monos, tigres, jirafas, pajaros, loros, y muchos pero muchos más.  La mayoría de las cosas eran robots, y a veces no sabían si eran de verdad o solo eran un trozo de metal.
-          ¡Hijo mío! Tanto tiempo sin verte. – dijo mi abuelo.
-          Padre, te extrañamos tanto.
-          Vamos Claudio, como si fuera que hace una eternidad que no me ven. – dijo de forma sarcástica.
-          Bueno pa, ya pasaron dos años que desapareciste por completo, ¿Qué estuviste haciendo en estos tiempos?
-          Uuhuuhu cosas fantásticas, maravillosas, pero después te lo muestro ahora hablemos del porqué viniste.
Ellos siguieron hablando hasta llegar a una habitación que suponía que era la oficina del abuelo, y cerraron la puerta. Mi abuela Martha me vino a saludar a mi y a Cande, y después se fue a hablar con mi mamá. Cande se quedó jugando con el mono que colgaba por todas partes y yo, me quedé sola como un perro; así que empecé a “explorar” la casa.
La casa seguía igual que siempre, salvo que ahora estaba llena de cosas raras. El comedor, un lugar grande y hermoso, tenía muchos muebles llenas de fotos viejas de familia; la cocina era el mejor lugar, era tan enorme que podrías hacer todas las recetas del mundo y te sobraría lugar, mis abuelos no son de cocinar, así que contratan a un chef para que les cocine y está lleno de cocineros. Sus experimentos raros eran algo fascinante, había flores ambientales que en su centro había un aparato que largaba perfume de jazmín tan rico que te hacía sentir que estaba en un prado lleno de jazmines. También estaba el queridísimo mono robot que justamente en ese momento jugaba con mi hermana y se colgaba por todos lados, incluso en un momento se colgó de mí. Había una fuente de agua, que el agua en vez de ir para abajo iba hacia arriba, pero este dejaba bañarse a los pajaritos de una forma especial. Cuando salía el agua, los pájaros iban enseguida a mojarse y vos los veías como lo disfrutaban, luego de mojarse, en vez de salir agua, salía jabón para el cuerpo, y después de vuelta salía el agua para enjuagarse, era súper raro.   En el patio trasero, eso sí que era buenísimo, era toda una ciudad de robots, había sector comida por un lado, por otro lado sector dormitorios y por otro lado sector de placeres que uno quiere.  Aunque los robots ya son conocidos desde hace mucho, ninguno se compara con los de mi abuelo. Los de él  eran especial, cuando vos los veías sentías que eran personas de verdad y no algo de metal. Uno los veía comer, dormir, mojarse, divertirse, cosa que ni siquiera los humanos lo hacen, eran tan especiales, después tendría que hablar con mi abuelo respecto a eso. Me olvidé de decir que en un sector había una entrada para un bosque,  decía “prohibida la entrada”, eso también se lo tendría que preguntar a mi abuelo. En verdad, el gusto de mi abuelo había cambiado muchísimo, ahora me gusta mucho más.
 Volví para adentro para seguir “explorando” la casa. En cuanto estaba por entrar uno de los monos apareció de repente en mi casa y me dio un gran susto. Como vio que me asuste, se disculpó dándome un beso en la mejilla y se fue. Entre a la casa e iba por el comedor para subir las escaleras cuando escucho una alarma, se escuchaba por toda la casa y se escuchaban pasos bajando por las escaleras en cuanto veo hacia arriba me encuentro con cosas muy extrañas, cosas que verdaderamente no lo podía creer.  Eran cinco hombres, pero no justamente lo eran, tenían cuerpo de una persona, cubiertas por un traje plateado de aluminio y sus manos eran guantes blancos, pero lo más impresionante no eran sus cuerpos, sino sus caras; eran ovaladas de color blanco y parecían estar hechas de plástico, tenían un gran ojo celeste que parecía computarizado que ocupaba la mitas de la cara, y tenían una boca que parecía dibujada. Supuse que la alarma debería sonar por ellos porque parecían desesperados.  Hasta ahí  todo bien. El tema fue cuando me vieron; noté en su expresión que estaban en modo de defensa, pensaban que era un intruso, entonces las cinco cosas raras empezaron a rodearme y a girar en círculo y ponían sus manos como si fueran a boxear. No me tocaban casi nada, y cuando lo hacían te pegaban muy despacito como si tuvieran miedo de mí. Yo estaba muy tensa, no savia si gritar, o empujarlos y escapar o simplemente quedarme viendo lo que hacían conmigo. En eso llega el abuelo.
-          ¡Ustedes cinco salgan de ahí! Es mi nieta, no la vuelvan a tocar más.
Las cosas raras salieron corriendo de mi lado y se sentaron en la escalera culpándose de lo que habían hecho. Se los veía que estaban muy triste.
-          Anto, no pasa nada, son incapaces de lastimar a alguien. Es uno de mis experimentos que estoy perfeccionando. Trato de crear a robots con sentimiendos, pero no cualquier tipo de robots, son muy especiales. Ahora estoy tratando de regularizar sus sentimientos porque a veces, o tienen demasiados o casi nada. Por ejemplo, ahora se sienten devastados,  muy mal por haber hecho algo malo, exageran demasiado las cosas, es lo que trato que no hagan. Cuando estén listos serán como si no fuesen robots sino personas de verdad, es magnifico ¿No? – me dijo mi abuelo entusiasmado.
-          Si abuelo, igual no te preocupes, no les hagas nada, estoy bien.
-          Padre, ¿Qué ah pasado?- preguntó mi papá preocupado – hija, te pedí que no te metas en líos. -  me dijo enojado.
-          Pero papá… - y me interrumpió mi abuelo.
-          Ella no hizo nada Claudio, solo es una chica explorando lo extraño. No la culpes, es lo que hacen lo chicos.
Algo que detesto es que digan que es cosas de chicos, me parece que con quince años ya dejé de ser una nenita de mamá. Pero en este caso ser una nena me ayudaba a safar de un lío, así que lo deje pasar.
-          Por cierto hijo, este es uno de los experimentos que te quería mostrar. Los llamo sentidos, si ya se, es muy común pero no se me ocurría otro.
Mientras que mi abuelo le explicaba a mi padre lo que eran, yo me quedé observando a los sentidos por como estaban, me daba tanta tristeza verlos así, y es raro en mí que sienta eso por uno de los experimentos de mi abuelo, pero ellos eran especiales.  Parecían que se iban a quedar sin lágrimas de todo lo que lloraban. No aguanté más y fui a consolar a uno de ellos, que era el que más triste estaba.
-          He, no estés mal, no pasó nada, quédate tranquilo que yo estoy bi….-  Me quedé muda por lo que sucedió.
El sentido, me agarró con fuerza y me abrazó muy fuerte, fue raro ese abrazo, porque no se trataba de cualquier abrazo. Sentí que me trataba de decir algo, sí, me estaba pidiendo perdón, eso era lo que me trataba de decir. Es increíble y difícil de explicar lo que sentí en ese momento, yo creo que si les contaría a mis amigas creerían que estoy loca.
-          Les cree una boca, pero no pueden moverla, es un error que tengo que arreglar aunque todavía no sé cómo. No se pueden comunicar hablando, lo más increíble es que, como no pueden expresarse hablando, lo demuestran con sus sentimientos, es fantástico, porque los entendes perfectamente. – me dijo mi abuelo.
Y era verdad, era increíble, fue lo más extraño que pase en mi vida, ese abrazo fue tan intenso, tan hermoso, tan tierno que ya me había olvidado de lo que había ocurrido. Pero lo más extraño de todo fue lo que sucedió después. El sentido se puso alegre y a achicarse de a poquito. En su cuerpo  de aluminio aparecían muy rápidos pelos blancos, su ojo se transformó en dos ojitos celestes, le apareció una pequeña nariz negra, y en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en en un cachorrito blanco de ojos celestes.
Quedé anonadada de lo que vi, en realidad todos quedaron sorprendidos, incluso mi abuelo.
-          Abuelo, ¿Qué le paso? ¿Cómo se transformó en un cachorrito?
-          La verdad es que no sé, algo pasó. Sabía que se podía transformar en cosas, en algunas, pero no sabía que se podía transformar en un cachorrito. Estas cosas te sorprenden día a día, nunca sabes que cosa rara te traen, es lo especial que tienen.
-          Abuelo ¡Es fantástico! Me encanta, nunca pensé que ibas a crear algo tan maravilloso.
-          Hay nietita como se nota que no me conoces. Yo puedo hacer lo que sea.
-          Ahora sí lo sé.
Y era la verdad, desde lo sucedido ese día, visitaba a mi abuelo a cada rato y, por supuesto a mi querido amigo Sentido.